PALABRA DE HOJA PERENNE
(a
mis queridos compañeros en la docencia, in memoriam)
Una palabra me persigue, me acecha,
me acorrala y acogota, allá por donde voy, acá por donde duermo. Me retuerce el
epigastrio y doblega la cerviz, y amenaza con instalarse para siempre en la
sima más oscura del cerebelo. A cualquier hora del día, en cualquier minuto del
sueño. Siempre está ahí, como un flash inmisericorde y zumbón, a un clic de
ratón.
Yo la rehúyo cuanto puedo.
Desoriento los ojos y entretengo las meninges con palomitas de recuerdos. Y,
llegado el caso, hasta corro como un paranoico, o como un esquizofrénico, o
cual tierna gacelilla despistada entre amapolas, margaritas y otras hierbas de
la poética descriptiva. Eludirla, eludirla, a toda costa, en todo trance.
Pero no, la palabra, esa palabra,
vuelve siempre, sin piedad, con dolor, sin pudor, con descaro, sin amparo, con
maldad, a un clic de ratón.
Otras veces se me revuelven los clarines
del furor. Entonces enarco las cejas preventivas, descorro las pupilas de
láser, levanto el puño cuadrilátero y enarbolo el índice adversativo, menos
cuando, aturullado por el instinto fiero, se me escapa el dedo corazón y la
advertencia muda a vulgar grosería. Es cuando la pantalla, harta de esperar en
azul con iconos, se enroca en negro, y el negro se hace espejo, y el espejo,
inoportuno, impertinente, refleja, reflecta, mi ridícula imagen fundida en
sombra. Así que repliego el dedo deshonesto, bajo el puño, y, fuera de
encuadre, abro la mano y la pongo a reposar a un clic de ratón.
Minutos después la mano se doblega y
repta hacia su destino inexorable. Es cuando, contrito y cabreado, resignado y
rabioso, sumiso y sedicioso, turbado y más turbado, cliqueo el ratón, una vez,
inicio, dos veces, mis documentos, tres veces, carpeta, cuatro, subcarpeta,
cinco, abrir. Y allí está la palabra, esa palabra, como un estigma, como un
espanto: INFORMES.
Desde los primeros atisbos del final
de curso preside y persigue mi mundo universo y todos sus cuatro puntos
cardinales. IN-FOR-MES. La palabra esotérica, inmanente, trascendente,
agresiva, transgresora, pornográfica (y no me preguntes por qué, sería capaz de
explicarlo). Antonomasia absorbente que rige el fluir de mis hematíes y los
niveles del hematocrito, a un clic de ratón.
INFORMES. Entre tutorías,
departamentos, evaluaciones (sin olvidar propuestas de mejora, eso sí, eso
nunca)… de esto o para aquello, la palabra de las mil doscientas caras
aproximadamente. Responsabilidad y flagelo, proyectos y amenaza, votación y
cadena, la estrella daltónica. Es la palabra inasible, incansable, impúdica,
flatulenta, ya digo, a un clic de ratón.