Pincha arriba en "Gramática de autor" para acceder a la segunda página del blog.

jueves, 15 de julio de 2021

ENTRESUEÑOS DISLOCADOS (2)

Despierto con fisuras de vigilia. Zumbido de coro con índices avizor. La tormenta ha hecho estragos, es siniestra y selectiva, ha desguazado los brazos de dos almas inermes y malherido la honra del olmo. Trombas de agua convulsa que trae la vida por sus meandros a estas horas hasta la mismísima puerta del arco del triunfo. Rumores turbulentos con nubes preñadas de aristas y vituperios. Titilan las candilejas del milenario puente. Vuelve el Curso de Saussure, Editorial Lo­sada, Buenos Aires, 1945, novena edición, 1971 —¿deformación profesional?—, abierto ahora por la página ciento cincuenta y nueve: “Una jugada [de ajedrez] puede revolucionar el conjunto de la partida y tener consecuencias hasta para las piezas por el momento fuera de cuestión. Ya hemos visto que lo mismo exactamente sucede en la lengua”. Intimida. Y me hice la promesa, las mil y una promesas. Tensión de glóbulos, plasma y plaquetas. Santeros de salón, sicofonías prosélitas, conjuros, pasos malgastados por entresuelos de sibilas. Diario íntimo página a página, entredicho de una verdad. Como la gata regurgite otra vez, falaz bucle sistémico. Cuídate de los delirios, noble perro de pensamiento errático. Ni caso. No perder lo perdido. Ascender, condescender, sin tramoya. Ultimátum de perla engastada en horas estúpidas, mustias. Turbia aspersión de riegos que profana emociones. Embozo proteico de sicópata. De nuevo la berlina acorazada y el balanceo incesante de una cuna. Borrosa memoria de refinadas epanadiplosis y groseros anacolutos. Huele a cieno, a rosas purpurinas, a sirena de policía inicua, a lánguido devenir de una noche encarnada de cristalería fina en los bordes y blanco satén hasta las buganvillas. Salvadora pituitaria en el laberinto. Sorbos de licor y lima. Teselas de sienes viperinas y voz plateada (creo que he confundido la adjetivación, no sé) mientras una sombra lejana, algodonosa y dulce palmotea el rostro de un desconocido entrañable. Rubor de neuronas y gen de la evocación en noche de cuarto menguante. Luego, refugio en la soledad de quince pulgadas. Se licúa. Párpados y oídos migran a off.