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lunes, 9 de agosto de 2021

ENTRESUEÑOS DISLOCADOS (y 3)

 

    El claror del alba se filtra por las rendijas de la persiana. Tantas cuantas veces sueño con ideas de hielo despierto sudando. Pero no apresuro el tránsito. Párpados recostados en pausa, tiempo para que despabilen primero los microbios del alma. Brújulas. Tenaza de un fárrago de mediocridades malparadas con demasiadas concesiones a lo inevitable. Arrogantes punzadas de sentimiento yermo, vacío. Ingentes llanuras de arena caduca. Sol podrido, envarado en el miedo. Abejorros con alas mojadas, roncos. Olas encabritadas o monocordes o mudas que sólo arrastran légamos de coartada a la playa donde siempre es invierno, aterido de frío en la umbría de los silencios torvos. Perfumado sándalo de espera sin esperanzas.

    Después la templanza de un amanecer ingrávido. Poco a poco la mañana va clareando pilares, duendes, tonos, surcos, señales. Recapitular afectos, reemprender ilusiones y afanes vacilantes, arrostrar estigmas y embrujos, voltear ideas como palabras. Con la ayuda, una vez más, del Curso de Saussure, Editorial Lo­sada, Buenos Aires, 1945, novena edición, 1971 —¿deformación profesional?—, en esta ocasión abierto por la página ciento ochenta y seis: “El mecanismo lingüístico gira todo él sobre identidades y diferencias, siendo éstas la contraparte de aquéllas”. Quietud donde habita la dignidad. Destello de paz que disuelve el entorno de sombras maculadas. Sin premuras. Liberado al fin del musgo de las miserias, la berlina acorazada se ha fosilizado en dolmen, la gata cornúpeta y el perro vesánico en hieráticas esfinges de sal. De la cuna sólo permanece el vapor suspendido, la cólera bloqueada. Lástima de ópera bufa. Sin temor al rictus cuadrilátero de siluetas renuentes a escuchar y enjugar. Juzgar, juzgar, estilo, rutina o vicio. Asumido el retiro, la opción del fracaso culebrea en huida libre por las escombreras de ponzoñosa bilis. Vano rogar de la mirada. Modular el nervio de la voz, franco y veraz, sin rencores, sin saldos, sin lastre de nudos tortuosos, con la culpa arrojada al colector de las vilezas. Ah, la culpa, soberbio paradigma que moltura purezas de alma. Alisar los finitos caminos de mi verdad. Íntima custodia de una párvula imagen con mensaje de caricia blanca. La luz del norte despereza la ilusión templada y el pudor de los párpados, que se incorporan, advierten el flujo de la savia, desbrozan el caos y vuelven a aventurar las pupilas desde la médula de las emociones hacia el filamento de las horas prístinas, dinámicas, sólidas y nobles de mis días. Astrolabio. Sopla, fuerte, más, sopla más, ves, no se apaga, por más que lo intentes. Surrealismo es la opción     .