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viernes, 19 de octubre de 2012

MIS HORAS CANÓNICAS (V)

SEXTA
(Mediodía)

   Plasma de vendaval fustiga y galvaniza los sótanos y pasadizos de la ciudad. Por arriba, la letanía mecánica y exangüe predeterminada por defectos. Por dentro, el músculo irredento, el himno clandestino al pecado.
   Aluvión de palabras, alegorías entre líneas invaden mis escáneres, que reclaman, suplican glosas fecundas. Interpretar el vacío del estómago del capataz del cacique de la tierra de las macetas de un pino, de un pino de terciopelo, de terciopelo agrio, agrio como el sabor del rímel de unos ojos de carnaval, de carnaval de fango, ubres y papel moneda.
   Así que, ensimismado en estas revelaciones, desprotegido por tanta inspiración, resuelvo montar la pajarraca con el entusiasmo del desprecio por la vida laboral de esas mañanas límpidas que enaltecen los paseos por escaparates y el curioseo insulso por los estantes de las grandes firmas. Relojes, zapatos, chaquetas, ordenadores, discos, libros… ¡Libros! Decidido a vengarme, sitúo la mirada en posición intelectual, cojo uno, simulo devoción por título y autor, lo sobo cual erudito abducido, lo ojeo con conciencia de clase, lo libero de lacras comerciales y lo incorporo regaladamente al sobaco izquierdo como si allí hubiera nacido, crecido y multiplicado. ¡Ah, cuánto ha leído mi sobaco izquierdo!
   Pero en pleno trance metacleptómano me interrumpe la alarma del móvil. ¿Qué?, ¡ah!, ¡sí!, ¡la hora!, ¡no, no me lo pierdo! Y corro, corro (el libro conmigo, claro), con toda premura y fervor al convento de las madres… ¿O son hermanas?, ¿y de qué advocación? Rediós, tanto tiempo yendo todos los días a la misma hora y qué poco conozco de ellas. Bueno, sí sé lo justo y necesario: entonan el ángelus como los ángeles. Es un minuto, nada más que un minuto, creo; pero dan tanta paz a mi espíritu, me siento tan… tan levitante, tan identificado con las Coplas de Jorge Manrique de mi sobaco izquierdo…
  Y salgo tan purificado que… pecar, pecar, me urge volver a pecar, como una contraliberación o algo así, yo qué sé, pero pecar.

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